En el Valle de México se registran 1,100 proyectos, que representan 87,000 unidades en construcción con un valor promedio de 4 millones de pesos; el consumidor promedio puede pagar 1.5 millones de pesos
La disponibilidad de vivienda económica en México es cada vez más reducida. Entre escasez de terrenos disponibles, la inflación en los materiales para la construcción y tiempos extensos en trámites, los desarrolladores han disminuido su participación en dicho segmento, a pesar de ser el de mayor demanda en el país.
De acuerdo con Marisol Becerra, directora de consultoría de Tinsa México, estos factores han dado como resultado un cambio en la configuración del mercado, ya que, en el 2015, 50% de las viviendas vendidas en territorio mexicano eran de interés social, pero para el 2023, se estima que dicho segmento representó sólo 21% de las ventas totales.
En contraste, los segmentos con mayor crecimiento en términos de comercialización son el medio (de entre 1 y 2.5 millones de pesos), el cual pasó de 20 a 24% en el mismo periodo y el residencial (2.4 a 4.7 millones de pesos), que se duplicó al pasar de 7.6 a 16 por ciento.
Si bien, la industria y el Estado han manifestado ser conscientes de la problemática, aún no se han creado estrategias específicas para revertir la tendencia de escasez de vivienda económica formal en el futuro inmediato.
De hecho, Gene Towle, director general de la firma Softec, subrayó que el inventario que se encuentra actualmente en obra no alcanzaría para sustituir lo que está en proceso de venta.
Tan sólo en la Ciudad de México se vendieron alrededor 90,000 millones de pesos en nuevos productos habitacionales durante el 2023, pero arrancó el desarrollo de únicamente 50,000 millones de pesos en proyectos, según el experto.
Discrepancia entre oferta y demanda
Actualmente, los interesados en adquirir una vivienda enfrentan una barrera de precios, en la que el crédito hipotecario o el presupuesto con el que cuentan no es suficiente para comprar los inmuebles disponibles.
En este sentido, Towle explicó que, en el Valle de México se registran 1,100 proyectos que representan 87,000 unidades en construcción, con un valor promedio de 4 millones de pesos por vivienda, mientras que el consumidor promedio de esta zona puede pagar 1.5 millones de pesos.
En la Ciudad de México la discrepancia entre la oferta y la demanda no es menor, ya que cuenta con 875 proyectos activos, cuyo valor promedio es de 5 millones de pesos.
“Prácticamente lo que se le dice a la gente es: ‘vete de la ciudad, no te queremos’. Esas han sido las políticas de la capital desde el 2001, con la restricción en la construcción. Se ofertan departamentos de 60 metros cuadrados en 10 millones de pesos, no tiene sentido, y la gente no está comprando. La vivienda cuesta entre 60 y 80% más de lo que las personas pueden pagar”, advirtió el director de Softec.
Como parte de las alternativas que han encontrado los desarrolladores, se encuentra la reducción del espacio. Becerra mencionó que algunos proyectos en la Ciudad de México han comenzado a enfocarse en departamentos de 40 metros cuadrados, los cuales alcanzan un precio aproximado de alrededor de 3.5 millones de pesos.
“Ha sido un tema de reconfigurar el producto que los mismos desarrolladores han entendido, porque si se mantiene el desarrollo de vivienda de 7 millones, difícilmente se podrá desplazar”, agregó.
La vivienda en épocas electorales
Asimismo, resaltó que la problemática tiene una raíz en el nivel de ingresos de los mexicanos, ya que la población no cuenta con un poder de compra suficiente.
“Es una demagogia decir ‘hagamos vivienda económica’, pero ¿qué pasa si la gente no tiene un ingreso mayor? La solución no está sólo en el sector inmobiliario, sino en que se paguen salarios cada vez más dignos. Si el gobierno no interviene ahí, va a seguir cayendo la industria, así como porcentaje del PIB”, apuntó Sandoval.
Finalmente, Towle remarcó que, en épocas electorales, se debe hacer mayor hincapié en la creación de estrategias gubernamentales que consideren la regeneración y densificación de los centros urbanos, facilidad y velocidad de trámites, así como la habilitación del suelo urbano: “Sin desarrollo inmobiliario no hay desarrollo económico. Este es el mejor momento para armar proyectos y arrancar en el siguiente ciclo administrativo”.